Concluir ciclos puede ser un tanto
difícil para algunos e imposible para otros; los primeros, sufren lo necesario
para conquistar metas, para crecer y continuar su camino con un montón de
aprendizajes como respaldo de lo que, tarde o temprano, se convertirá en
hechos, en acciones y, sin duda alguna, en triunfos. Los otros, son lo que
avanzan, o creen hacerlo, sin reflexionar lo má
s mínimo para aprehender
conocimiento, los que tendrán que enfrentar duras pruebas que les atascará el
camino que se debe andar para subsistir en este mundo cambiante, en esta
realidad que exige cada día más a quienes participan de ella.
En mi escuelita eso se ve cada
año, al finalizar y desde que inicia… es inevitable ese bucle interminable de
cierres y aperturas entre mis alumnos y los que vienen detrás, los que siguen
porque quieren y los que acuden a la escuela porque no tienen otra opción que
obedecer la costumbre social que les obliga a perseguir el sueño que alguien les
ha dicho que existe: “Estudia para que seas un triunfador, para que seas
alguien en la vida”, cuando en la vida se es cuando se tiene claridad en lo que
se busca, en lo que se quiere lograr, en lo que satisfaga las necesidades de
ser alguien en la sociedad o comunidad en la que se convive a diario.
Este ciclo escolar 2021-2022 fue
una prueba de fuego para muchos jóvenes que ahora dejan la secundaria y buscan
el siguiente nivel; su paso por la pandemia puso a prueba el talante familiar y
el personal, y la prueba no ha sido sencilla: el aislamiento, las clases en línea,
la pérdida de seres queridos, de muchas libertades y la ganancia de muchas
señas de libertinaje y desatención, es lo menos que puedo mencionar. La
pandemia dejó al descubierto nuestras deficiencias, nuestras carencias,
nuestras debilidades, nuestros miedos e inseguridades; pero también abrió la
oportunidad de demostrar fortalezas, espíritu solidario, sensibilidad y necesidad
de salir a devorar el mundo con los recursos con los que se cuenta, de
reinventarnos de manera resiliente…
¿Cuántas de esas últimas tomaste
para ti? ¿cuántas de esas sustituyeron malos hábitos? ¿cuántas oportunidades de
conocer más, de conocer mejor, de conocer a quienes nos rodean y a nosotros
mismos, aprovechamos para ser más? La reflexión no es vana y requiere sinceridad,
objetividad y seriedad…
¿Qué les dejé? No lo sé… pero
quedo satisfecho, aun cuando muchos reprobaron por falta de trabajo y no por
falta de capacidad, porque he de reconocer que mis alumnos son competentes en
muchas cosas, aunque les falla la organización del tiempo porque nadie les ha
enseñado, exigido, mostrado o disciplinado en ese rubro; porque su competencia
sigue en construcción y lamento que no seré testigo de lo que harán el siguiente
año, en esta u otra escuela. Y en verdad lo lamento, porque me gustaría mucho,
aunque siempre diga lo contrario, de saber qué hacen y cómo resuelven los siguientes
retos, los que vienen, los que siguen…
Me gustaría saber, si el tiempo
lo permite, que algunos son médicos, mecánicos, comerciantes, artistas,
políticos, profesores, ingenieros, carpinteros, fotógrafos o lo que quieran
ser, con éxito, destacados en lo que sea que hayan decidido hacer y ser… SER…
así, con mayúscula, porque si bien la escuela es uno de los caminos -y el que
suelo recomendar-, no es el único con el que habrán de toparse en lo que les
falta por avanzar, por seguir, por crecer. Confío en que todo saldrá bien para
ellos y, de pasada, para los que les hemos acompañado.